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sábado, 8 de enero de 2011

La Mermelada Endemoniada

Hoy fue un día absurdo. No puedo explicarlo de manera más simple.

Me desperté (bastante tarde), y me dirigí hacia la cocina de mi hogar en busca de un desayuno medianamente decente. Dado el hecho de que estoy de vacaciones, mi heladera se encontraba algo vacía, pues en esta época del año, la vagancia se apodera de mi ser con tal fuerza, que hasta una simple ida a un supermercado se vuelve toda una hazaña digna sólo de aquel que realmente tiene un objetivo que debe ser cumplido con urgencia.
Y bien, mientras observaba a aquellos espacios vacíos en donde normalmente se encontraba la manteca y la mermelada, un rugido irrumpió mis pensamientos. En ese instante supe que sólo mi estómago podría explicarme algo con tal exactitud... Debía ir a comprar

Del dicho al hecho hay un sólo paso y yo había decidido darlo, así que en cuanto logré encontrar mi dinero, mi celular y mis llaves me dirigí al supermercado mas cercano, que para mi suerte, se encontraba a 2 cuadras de mi residencia. En cuanto me encontré con aquel edificio, no pude evitar pensar que el dueño del lugar le había puesto un nombre en vano al negocio, pues no importaba cuan extraordinario fuera el título, todos los clientes lo llamaban de sólo una única forma: "Los Chinos".

Apenas logre comprar mis reservas y llegar nuevamente a la comodidad de mi hogar, puse varias rodajas de pan para tostar, empecé a hacer mi café y unté la manteca sobre mis tostadas. Sólo me faltaba una cosa para que mi desayuno sea perfecto: untar la mermelada sobre mis tostadas con manteca
Al principio pensé para mis adentros "¡Por fin! Sólo un paso mas para acallar las quejas de mi estómago.", pero definitivamente había cantado victoria antes de tiempo, pues en cuanto quise abrir ese maldito frasco, éste no solo no mostraba ni el menor resultado de mi esfuerzo, sino que también parecía estar burlándose de mi.


Sin saber bien qué hacer, observé ese frasco prácticamente hecho para arruinarme la existencia e intenté una vez mas ejercer fuerza hacia el lado en el que supuestamente debería abrirse, al ver que aquel intento había sido en vano, lo coloqué sobre la mesa y todo lo que hice fue dedicarle una simple mirada.
"-Mira maldito frasco, yo no te agrado y tu no me agradas, podemos hacerlo de dos maneras: la fácil y la difícil, pero creeme, de cualquiera de las dos formas vas a terminar sin tu preciado sombrero azul."

Y aunque veía inútil y estúpido el hecho de hablarle a un simple frasco de mermelada, éste, increíblemente, me respondió:
"-Muajajajaja, el destino me ha enviado a empujarte a una enorme tormenta de desquicio y al parecer lo estoy logrando."


Ésto se había vuelto personal

No se me ocurrió mas que colocar esa cosa bajo una lluvia de agua caliente, pero la tapa no mostraba ni las menores intenciones de girar ni siquiera un solo centímetro y al son de mis inútiles ideas, podía escuchar la voz proveniente del interior del origen de mi ira cuando ésta, en un tono aun mas burlón, cantaba: "¡No puedes, no puedes, tienes que aprender! ¡Orejas de burro te van a crecer!"

Y ahí estaba yo, siendo derrotada por una maldita mermelada que no hacía mas que reír de mis derrotas, sin siquiera haber desayunado.
Al ver mi deprimente estado, quise asesinar a ese irritante objeto:
"-¡Moriras irritante mermelada!, ¡Moriras!"
Tras esas palabras coloqué la cabeza del endemoniado elemento sobre una hornalla encendida para luego intentar arrancársela.

El resultado:




2 comentarios:

  1. Muy bueno¡¡¡¡.
    Yo tengo días asi donde los objetos se sublevan...Me hablan,a veces,planto cara y otras me rindo.


    Bs

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  2. A mi no me pasa muy seguido, pero cuando sucede termina en una entrada para el blog :)

    Gracías por comentar!

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