Buscar...

domingo, 23 de enero de 2011

Utopía

Probablemente, si le preguntáramos a alguien qué significa la palabra 'utopía' nos encontraríamos con una respuesta como "La idea de un mundo perfecto, pero imposible de concretar"
Es una respuesta simple, concreta y generalizada que podríamos obtener (probablemente variando las palabras) de casi cualquier persona a quien le hagamos esa pregunta.
Realmente siempre que tuve oportunidad de pensar en esta palabra, no le di demasiada importancia
Sería interesante cambiar un poco la pregunta dejando un simple, "¿Qué representa para vos la palabra utopía?
Ver hacia adelante, tener un objetivo... Algo en qué creer, algo para pensar, un sueño por perseguir, una visión al futuro... Eso representa para mi una utopía, lo cual, a mi criterio, concuerda con la visión de Eduardo Galeano:
"La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar."
Todos necesitamos algo en que creer, algo por perseguir, algo que nos de la razón para seguir avanzando sin importar nuestro entorno.
Porque a pesar de que cada persona acepte que nadie ni nada es perfecto, mas allá de que, luego de un razonamiento, casi todos estemos de acuerdo cuando la mayoría de la población dice "La vida no es perfecta, pero no busco la perfección. Pues si mi vida fuera perfecta, sería aburrida.". Al final, nos terminamos dando cuenta de que a pesar de la validez que le podamos otorgar a este razonamiento, seguimos buscando la perfección ignorando cada palabra de lo dicho anteriormente. 
Dicen "No soy perfecto y no quiero serlo", pero luego vemos a las mismas personas intentando perfeccionar su apariencia, su modo de hablar, su modo de vivir...

Sin embargo, cuando digo esto, no intento expresar que la gente mienta, al contrario, la gente realmente cree en esas palabras, en esa filosofía que enfrenta a la perfección. Las personas (en su mayoría) creen en aquel 'lema' que se podría decir, intenta dar un concepto de "La perfección no es perfecta." Pero a su vez, es la sociedad y las ganas de ser o tener algo mas la que nos obliga a buscar la perfección, la utopía.

Pues para muchas personas, (casi todas), siempre se puede estar mejor, siempre se puede ser mas feliz y esto no tiene límites, (a pesar de que se diga lo contrario con la típica frase "Tengo todo lo que necesito, y soy feliz. No necesito nada mas, no quiero nada mas.").

El hecho de poder vernos en mejores situaciones, el poder imaginarnos rodeados de todo lo que siempre quisimos, el soñar con la perfección, es una de las adicciones mas fuertes que, desde mi punto de vista, pueden existir. Siempre que logramos concretar una parte de nuestra utopía, automáticamente creamos otra que reemplace aquella que pudimos realizar. La utopía nunca logra concretarse por completo



"Sin ideales sería inconcebible el progreso."
"En la utopía de ayer, se incubó la realidad de hoy, así como en la utopía de mañana palpitarán nuevas realidades."
 "A medida que la experiencia humana se amplía, observando la realidad, los ideales son modificados por la imaginación, que es plástica y no reposa jamás."
José Ingenieros


sábado, 8 de enero de 2011

La Mermelada Endemoniada

Hoy fue un día absurdo. No puedo explicarlo de manera más simple.

Me desperté (bastante tarde), y me dirigí hacia la cocina de mi hogar en busca de un desayuno medianamente decente. Dado el hecho de que estoy de vacaciones, mi heladera se encontraba algo vacía, pues en esta época del año, la vagancia se apodera de mi ser con tal fuerza, que hasta una simple ida a un supermercado se vuelve toda una hazaña digna sólo de aquel que realmente tiene un objetivo que debe ser cumplido con urgencia.
Y bien, mientras observaba a aquellos espacios vacíos en donde normalmente se encontraba la manteca y la mermelada, un rugido irrumpió mis pensamientos. En ese instante supe que sólo mi estómago podría explicarme algo con tal exactitud... Debía ir a comprar

Del dicho al hecho hay un sólo paso y yo había decidido darlo, así que en cuanto logré encontrar mi dinero, mi celular y mis llaves me dirigí al supermercado mas cercano, que para mi suerte, se encontraba a 2 cuadras de mi residencia. En cuanto me encontré con aquel edificio, no pude evitar pensar que el dueño del lugar le había puesto un nombre en vano al negocio, pues no importaba cuan extraordinario fuera el título, todos los clientes lo llamaban de sólo una única forma: "Los Chinos".

Apenas logre comprar mis reservas y llegar nuevamente a la comodidad de mi hogar, puse varias rodajas de pan para tostar, empecé a hacer mi café y unté la manteca sobre mis tostadas. Sólo me faltaba una cosa para que mi desayuno sea perfecto: untar la mermelada sobre mis tostadas con manteca
Al principio pensé para mis adentros "¡Por fin! Sólo un paso mas para acallar las quejas de mi estómago.", pero definitivamente había cantado victoria antes de tiempo, pues en cuanto quise abrir ese maldito frasco, éste no solo no mostraba ni el menor resultado de mi esfuerzo, sino que también parecía estar burlándose de mi.


Sin saber bien qué hacer, observé ese frasco prácticamente hecho para arruinarme la existencia e intenté una vez mas ejercer fuerza hacia el lado en el que supuestamente debería abrirse, al ver que aquel intento había sido en vano, lo coloqué sobre la mesa y todo lo que hice fue dedicarle una simple mirada.
"-Mira maldito frasco, yo no te agrado y tu no me agradas, podemos hacerlo de dos maneras: la fácil y la difícil, pero creeme, de cualquiera de las dos formas vas a terminar sin tu preciado sombrero azul."

Y aunque veía inútil y estúpido el hecho de hablarle a un simple frasco de mermelada, éste, increíblemente, me respondió:
"-Muajajajaja, el destino me ha enviado a empujarte a una enorme tormenta de desquicio y al parecer lo estoy logrando."


Ésto se había vuelto personal

No se me ocurrió mas que colocar esa cosa bajo una lluvia de agua caliente, pero la tapa no mostraba ni las menores intenciones de girar ni siquiera un solo centímetro y al son de mis inútiles ideas, podía escuchar la voz proveniente del interior del origen de mi ira cuando ésta, en un tono aun mas burlón, cantaba: "¡No puedes, no puedes, tienes que aprender! ¡Orejas de burro te van a crecer!"

Y ahí estaba yo, siendo derrotada por una maldita mermelada que no hacía mas que reír de mis derrotas, sin siquiera haber desayunado.
Al ver mi deprimente estado, quise asesinar a ese irritante objeto:
"-¡Moriras irritante mermelada!, ¡Moriras!"
Tras esas palabras coloqué la cabeza del endemoniado elemento sobre una hornalla encendida para luego intentar arrancársela.

El resultado: